Editorial N°9
NUESTRA PERSPECTIVA DE LUCHA: FUNDIRNOS CON LOS MÁS POBRES
Con nuestros propios ojos vemos
como la situación revolucionaria sigue
en desarrollo. Con una energía incansable,
el estudiante desarrolla una
audaz marcha por la educación, combativa
de principio a fin; junto con las
tomas de liceos en Santiago, combatiendo
el frío y la represión.
Innegable es que el pueblo desborda
hacia la huelga ilegal contra los
patrones, quienes sin pudor alguno
rompen sus propias leyes para enriquecerse.
Según el último reporte del
COES, para el año 2015: 1.161.000
trabajadores en huelga, de los cuales
el 97.5% estuvo en huelga ilegal.
Esta gran actividad del pueblo, contrasta
con el camino electorero de los
oportunistas y revisionistas, que solo
se ganan día a día el desprecio del
pueblo, expresado en un 65% de abstención
electoral el 2016.
El futuro se ve más brillante con el
avance que empieza a tener la clase
obrera, la más explotada y revolucionaria.
En la Araucanía, los obreros
de Tromen, viéndose afectados en su
finiquito y con total incertidumbre
de su futuro, luego de declararse en
quiebra el empresario Andrés Balotti,
se vuelcan a cortar las carreteras.
La lucha mapuche, al ser la más combativa,
es el blanco principal de la Guerra
de Baja Intensidad (GBI) que desarrolla
el viejo Estado contra el pueblo.
Esta estrategia militar del imperialismo
yanqui, ha implicado dictar leyes
como la ley antiterrorista y establecer
grupos armados contra los mapuche
(juntas de vigilancias), junto a la campaña
del terror “paz en la araucanía”.
La GBI defiende la gran propiedad
terrateniente en Chile y ha implicado
sangrientos crímenes, como la
reciente matanza a los weichafe Luis
Marileo y Patricio González.
La rebelión se justifica. La rebelión
del pueblo es producto de la explotación:
cada oprimido sufre el lastre de
una base económica semifeudal, que
concentra una cantidad monstruosa
de tierras en un puñadito de terratenientes
(74,49% de las tierras está en
manos de un 0,89% de los propietarios),
generando muchos campesinos
pobres sin tierra.
Esta situación es mantenida por el
imperialismo, que desenvuelve un
capitalismo burocrático sobre la base
semifeudal de Chile; esto obliga al
país a ser saqueado por las potencias
imperialistas, sin tener una economía
nacional, sino una servil al saqueo.
De esto se desprenden nuestros 2
problemas fundamentales: el problema
de la tierra y el problema nacional.
En 1934, el verdadero Partido Comunista,
unificó a los pobres del campo
y la ciudad en el Levantamiento de
Ránquil, llevando a cabo la “Revolución
Agraria Antiimperialista”. Apuntando
a resolver los 2 problemas de
nuestro país, el problema nacional y
el de la tierra.
Hoy esto se conoce como Revolución
de Nueva Democracia y es el camino
que se desenvuelve de forma victoriosa
en Perú, la India y otros países.
Estos ejemplos van inspirando cada
vez más a Mapuche, obreros y estudiantes
que van convergiendo en un
sendero común hacia la reconstitución
de ese verdadero Partido Comunista
que fundara Recabarren, como
tarea central de la revolución de nueva
democracia en Chile.
¿Cuál es el papel del estudiante revolucionario?
Unirse a las masas pobres;
sin ninguna vacilación, decididamente
y con la mayor firmeza a las masas
obreras y campesinas. Fusionarse
como un solo torrente revolucionario,
que en perspectiva siga el inevitable
camino de barrer con los parásitos
que nos explotan día a día.
Las IX Brigadas de Apoyo Popular a
comunidades mapuche vienen aportando
a forjar esa unidad. Van forjando
la voluntad en el estudiante,
de servir al pueblo de todo corazón
y combatiendo la ideología pequeñoburguesa
de centrar en el individuo.
Servir al pueblo y prepararnos para
una vida de producir y luchar con las
masas pobres de campo y ciudad, es
la perspectiva del estudiante revolucionario.
Nuestras manos se curtirán
junto con el trabajo y la lucha que desarrollan
las masas campesinas.
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