Internacional
LA PACIENCIA DEL PUEBLO BRASILEÑO SE ACABÓ
El pueblo de Brasil demuestra al
mundo heroicas y combativas luchas
en campo y ciudad, que estremecen en
toda Latinoamérica. Este 24 de mayo
incluso, las protestas en Brasilia se
dirigieron hacia la destrucción de los
edificios de ministerios y otros órganos
del viejo Estado, hasta el punto
que Temer y su cuadrilla tuvieron que
enviar militares para reprimir.
La paciencia del pueblo de Brasil llegó
a su fin, y manifiesta con gran violencia
revolucionaria su disposición a
barrer con los reaccionarios; con los
gobernantes, cuyas contradicciones
desenmascaran sus verdaderos rostros.
Corruptos que entregan fondos
públicos a monopolios industriales
como lo fue Dilma Rousseff y ahora
Michel Temer, muestran al pueblo
brasileño el carácter de clase de su
viejo Estado: servil a los monopolios
y terratenientes.
Lo más escandaloso, ni siquiera es
la corrupción, si no la situación de la
gran concentración terrateniente que
existe en el campo, que deja a los campesinos
desamparados y en el hambre
constante. Frente a esta situación
hace tiempo el campesinado viene
emprendiendo con justeza la toma de
tierras, resolviendo así este problema
fundamental y avanzando también en
el camino de la Revolución de Nueva
Democracia.
Las justas tomas de tierra, donde se
establecen campamentos productivos
o areas revolucionarias, desatan que la
mano sanguinaria de los terratenientes,
que ha venido asesinando sistemáticamente
a campesinos, se torne
más cruel.
La DECA (Departamento Especial
de Conflictos Agrarios) perpetuó una
grave masacre en Pará el mes pasado,
donde asesinaron a 11 campesinos
pobres y dejaron 14 heridos. Estos
hechos harán estallar el ánimo de los
campesinos. La revolución en Brasil se
hace inevitable.
Los oportunistas y revisionistas, intentan
mostrar estas grandes luchas
del pueblo brasileño, como un conflicto
que se soluciona con un cambio
de gobierno. De ahí, que se ponga el
énfasis en “Fora Temer”; pero cualquiera
que se haga parte del corrupto
Estado brasileño será igual de proimperialista
y sucio.
El pueblo brasileño tiene dos grandes
problemas: el problema de la
tierra y el problema nacional. Sólo
la Revolución democrática, agraria y
antiimperialista tiene la solución para
barrer estos problemas destruyendo
por completo este viejo orden embellecido
por los adoradores del imperialismo,
traidores de la patria y los
partidarios de este viejo Estado burocrático
y genocida.
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