Internacional, La Rebelión Se Justifica N°17
Odebrecht es la multinacional brasileña
que ha envuelto a varios países
en casos de corrupción financiando
campañas electorales a cambio del
permisos corruptos para proyectos de
construcción, como Argentina, Ecuador
y Brasil, cuyo ex presidente, Lula
da Silva se encuentra preso desde el 8
de abril por casos de corrupción con
esta empresa.
Pero fue Pedro Pablo Kuzcynski
(PPK), ahora ex presidente del Perú,
el primer político de alto rango y en
ejercicio del poder que cayó por este
caso. El 22 de Marzo, día en que se
realizaría la segunda votación en el
parlamento para su destitución en
tan solo 3 meses, este perro fiel del
imperialismo yanqui se adelantó presentando
su carta de renuncia, sin
otra escapatoria, tras videos que lo
mostraban comprando votos a parlamentarios
para no ser destituido.
Ahora asume el vicepresidente Martín
Vizcarra, que viene siendo atraido
en secreto por Keiko Fujimori, hija
del genocida, para asumir esta presidencia
quebrando al ejecutivo.
Vizcarra asume un gobierno aún
más frágil que el anterior sin tener
apoyo parlamentario, siendo la mayoría
fujimorista (Fuerza Popular).
Este hecho expresa la profundización
de la crisis del capitalismo burocrático
en el Perú, corrupto hasta el
tuétano, situación similar a la mayoría
de los países latinoamericanos.
De hecho, Perú es un país que no
tiene ex mandatario vivo con prontuario
limpio, estando Toledo exhiliado
con una orden de extradición en su
contra, García investigado, Humala
en prisión preventiva junto a su esposa,
y ya conocemos al genocida Fujimori,
que el mismo PPK indultó.
Sin embargo, el viejo Estado peruano
con estas condenas no busca hacer
justicia, sino que persigue a estos
delincuentes únicamente para lavar su
imágen sin tener la intención de hacer
real justicia.
Por ejemplo, Fujimori fue recientemente
indultado, luego de estar años
en una cárcel de cinco etrellas, dando
cuenta que tan sólo fue condenado
por un delito común y no por un
crimen de lesa humanidad como correspondía,
y hoy PPK se encuentra
libre, aún con todos sus antecedentes
de corrupción, con la mera orden de
no salir del país por 18 meses.
Los revisionitas y oportunistas del
FA y Movadef se aprovechan de la
situación para llamar a una salida
constitucional al problema, a nuevas
elecciones y una “nueva constituyente”,
como si no quedara más que comprobado
que el problema es la esencia
de clase del viejo Estado.
El pueblo peruano, sin dejarse engañar,
aprovechará esta crisis del viejo
Estado y la agudización de sus contradicciones
para impulsar aun más luchas,
reorganizando la revolución.
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