Estudiantil, La Rebelión Se Justifica N°16
A fines del 2017 el MINEDUC anunció
el cierre de la U. Iberoamericana
ya que la administración de dicha U.
mantenía una deuda de $3.985 millones,
5 veces su patrimonio.
Antes de que se decretara el cierre,
el rector de la Iberoamericana,
ex general de los pacos, Héctor Jara
Fernández, acusado por reiterados
incumplimientos financieros, laborales
y académicos, engañaba a sus
estudiantes con que podría salvar la
universidad diciendo: “estamos con
muchas posibilidades de éxito (al pedir
un préstamo millonario) con la Escuela
de Negocios Europea”.
Este caso, que se suma al de la U.
del Mar (2012) y al más reciente cierre
de la ARCIS (del falso P”C”), es una
expresión de la nefasta “libertad de
enseñanza” o mejor dicho, libertad
de grandes magnates para abrir universidades
como cualquier empresa,
cuya política se inició con la profundización
del capitalismo burocrático
después del golpe de Estado de 1973.
Esta puñalada a la educación ha generado
un verdadero “supermercado
de universidades”, siendo la iberoamericana
una de las tantas que ofrece el
mercado de instituciones que lucran
con el derecho de la educación.
El capitalismo burocrático, generado
por el imperialismo en las naciones
del tercer mundo, se encuentra en
crisis, cuestión que también se refleja
en la educación, donde las universidades
“privadas” quiebran y se cierran,
dejando a miles de estudiantes
frustrados por no poder cumplir su
sueño de terminar sus carreras y debiendo
ser reubicados en otras universidades.
Así, la contradicción entre las masas
estudiantiles y el MINEDUC se agudiza
más, al igual que entre los estudiantes
y las autoridades reaccionarias de las
distintas casas de estudio. Esto porque
las medidas parche del ministerio no
se preocupan de resolver verdaderamente
el problema que genera que
toda una institución de educación superior
cierre.
Un ejemplo es que al menos 60 estudiantes
de la ex U. del Mar, al momento
que ésta cerró, fueron reubicados
en la Iberoamericana y nuevamente
deben vivir la angustia de no saber si
podrán terminar sus estudios superiores
con éxito. Y por si no fuera poco,
muchos estudiantes denuncian que el
ministerio los ha dejado solos, teniendo
que arrastrar el haber pagado los
años que estudiaron anteriormente
y que nadie les devolvió, sumado a
quienes arrastran deudas millonarias
como el CAE u otros créditos.
El movimiento estudiantil debe profundizar
la compresión del capitalismo
burocrático en la educación, raíz del
problema analizado, para golpearlo
más férreamente, uniendo bajo la línea clasista al estudiantado y conquistar
de forma combativa el derecho a la
educación pública y gratuita.
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