El viejo Estado y los monopolios de prensa para desviar este proceso, han tratado de tergiversar la lucha y su contenido político, buscando hacernos
creer que ricas y pobres son igual de oprimidas, que el movimiento femenino
es “transversal a izquierda y derecha”.
En este artículo buscaremos derribar
algunos mitos y explicar la relación
entre la lucha femenina, la lucha de clases y el marxismo.
1. ¿Es el feminismo algo ajeno a la lucha de clases?
Al contrario de lo que afirman los reaccionarios, así como la sociedad, las mujeres también se dividen en clases,
entre oprimidas y opresoras.
Las opresoras administran un viejo
Estado patriarcal y reaccionario, oprimiendo a millones de mujeres. Impulsan la idea de que maquillando esta vieja sociedad se alcanzará una “equidad de género”, que lo importante
es que hayan más mujeres en el parlamento o dirigiendo empresas. Esto es el feminismo burgués.
Un ejemplo de esto es Evelyn Mattthei,
que dice apoyar las demandas pero defiende un régimen militar que asesinó, torturó y violó a miles de mujeres pobres.
Otro ejemplo es Michelle Bachelet que también ha levantado las banderas
del feminismo, pero durante su gobierno encarceló a decenas de mujeres,
encubrió el asesinato a Macarena
Valdés, la muerte de Joane Florvil, hizo oídos sordos a las demandas de la Machi Linconao y permitió que la lagmien Lorenza Cayuhán pariera engrillada frente a sus carceleros.
Por otro lado, las oprimidas sufren una doble explotación: por ser mujeres
y por ser pobres, teniendo que cumplir una doble jornada laboral, viéndose relegadas a trabajos de segundo
plano, ganando menos que los hombres por el mismo trabajo, y teniendo que soportar a jefes y académicos
acosadores.
El feminismo proletario es el que comprende esto y toma posición por las mujeres oprimidas, bregando por barrer las trabas que impiden que se unan a las luchas del pueblo en igualdad
con sus compañeros de clase.
2. ¿Qué tienen que ver marxismo y feminismo?
Para el marxismo la cuestión femenina
es de vital importancia. Marx dijo que “Cualquiera que conozca algo de historia sabe que los grandes cambios sociales son imposibles sin el fermento femenino”. Lenin planteaba
“La experiencia de todos los movimientos
liberadores confirma, que el éxito de la revolución depende del grado en que participen las mujeres”
Y Mao Tse Tung escribió “Las mujeres
llevan sobre sus espaldas la mitad del cielo y deben conquistarla. Si esa parte del cielo permanece serena, las tempestades revolucionarias que deben
barrer el viejo mundo se reducirán a nubarrones pasajeros”.
De hecho, cientos de mujeres han asumido el marxismo y han dedicado su vida a la revolución, tal como Rosa Luxemburgo, Krupskaya, Kollontai, Cda. Nora, Teresa Flores y Clara Zetkin,
siendo esta última la impulsora de la conmemoración del 8 de marzo como día de la mujer proletaria.
Entre las muchas obras dedicadas a la mujer, una de las principales es “El Origen de la familia, la propiedad privada
y el Estado”, donde Engels analiza
el origen del patriarcado desde el materialismo histórico.
Explica que en la gens primitiva, donde primaba un derecho materno,
se comenzó a gestar un excedente productivo a partir del avance de la técnica. Este hizo que los hombres buscaran conservar esta propiedad en su gens, traspasándolo a sus hijos, para lo que fue necesaria la imposición
del derecho paterno y obligar a las mujeres a la monogamia, a fin de asegurar un línea de descendencia. Así surgieron el patriarcado, la propiedad
privada de los medios de producción
y posteriormente el Estado.
Es por ello que para el marxismo, la emancipación de la mujer sólo se podrá conseguir con la abolición de la propiedad privada de los medios de producción, es decir, con la revolución
proletaria.
3. ¿Qué ha hecho el marxismo por las mujeres?
Pero lo anterior no ha significado que para el marxismo la cuestión femenina
sea un lucha secundaria que hay que resolver en el comunismo. Quien plantea esto es el revisionismo.
Por ejemplo, en Rusia y China antes de la revolución la situación de la mujer
pobre era aberrante, sin educación ni otra oportunidad que ser ama de casa, siendo muchas veces golpeada e incluso vendida. Miles de ellas se unieron a la revolución porque allí tenían un lugar de igual a igual con los hombres, al igual que hoy lo hacen las campesinas de la India y Brasil.
Luego de la revolución se lograron inmensos avances para las mujeres. Rusia fue el primer país del mundo en otorgarle voto a la mujer, plena igualdad
de derechos en la Constitución y en despenalizar la homosexualidad.
En ambos países se socializó el trabajo
doméstico, acabando con la doble
jornada, se incorporó plenamente a la mujer a la producción y se condenó
la violencia hacia la mujer.
De hecho, durante la Revolución Cultural y luego de la muerte de Mao Tse Tung, por primera vez en la historia
una mujer pasa a dirigir la revolución:
la camarada Chiang Ching.
Es así que se comprende que las mujeres son la mitad del pueblo y sin ella no es posible revolución alguna. De esta forma, el marxismo toma con especial importancia la cuestión de la mujer, que como doblemente oprimida
puede ser también doblemente revolucionaria.
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